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Claudio Rivera


Santo Domingo. El Actor y director, fundador del grupo independiente Teatro Guloya nos cuenta apasionadamente sobre la historia del teatro, obras, los sueños del grupo teatral, entre otros. Es egresado del Instituto Superior de Arte (ISA). La Habana, Cuba con licenciatura en Artes Escénicas, Especialidades en Dirección y Actuación. También es Economista.

Al igual que su esposa, es miembro activo del grupo de “Teatro Cocolo Danzante Los Guloyas” de San Pedro de Macorís.

Es profesor impartiendo Dirección Escénica en la Escuela Nacional de Arte Dramático y en la carrera de teatro de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, UASD. Ha trabajado programas de teatro para instituciones como UNICEF, FLACSO, SUR FUTURO, COPRESIDA, INTEC y la Oficina de Mujeres Sobrevivientes de Violencia adscrita a la Fiscalía del Distrito.

Ha realizado las siguientes publicaciones: “Los Caminos de la Creación Teatral en RD”, y “Huellas del Teatro Dominicano” auspiciadas por Codearte y La Secretaría de Estado de Cultura. Ha sido co-editor y fundador de la Revista independiente de Teatro Dominicano “El Monstruo del Entremés, Lo que Parió El Bobo”.

P: ¿Qué es Guloya?

R: Guloya es un grupo de Teatro profesional en el sentido de que está dedicado al oficio, pretende, sueña, a veces lo logra… Vivir del y para el teatro y también es un espacio de creación, es un grupo de artistas y también tiene una sala de teatro como esta que va a cumplir 10 años. Y en este espacio se crece de manera artística y de manera personal y se inventan mundos posibles y se goza mucho.

P: ¿Por qué Guloya?

R: El nombre de Guloya es un tributo a una danza que tenemos en el país, una danza tradicional en el Este, San Pedro, La Romana y en los bateyes que trajeron los negros Cocolos de las Antillas Menores, colonizados por Inglaterra y en esa danza tiene la peculiaridad de que también se representan obras de teatro en la calle, es nuestra única manifestación que se baila, tiene su música y se teatraliza como tendemos en el mundo occidental. Entonces como un homenaje a esa tradición danzario-teatral a su corazón contento no llamamos Guloya.

P: En cuanto a los primeros días en los que se estaba fundando el teatro (el grupo), ¿cómo fue?

R: El grupo y la sala es otra cosa. El grupo se fundó hace 25 años y la sala 10, el grupo se fundó cuando teníamos muchas ganas de decir cosas, muchas ganas de estar todo el tiempo sobre el escenario, muchas ganas de movernos con libertades, muchas ganas de construir un héroe escénico el Señor Rafael Villalona. Muchas ganas de hablar de la cultura popular y juntamos un grupo de jóvenes: las hermanas Liranzo, Elsa, Arturo Lopez, Viena González, Mario Mercedes, Claudio, quien les habla y decidimos apostar a un entrenamiento actoral que tuviera que ver con nuestras raíces culturales y que hablara de eso de una imagen que nos reflejara. Entonces al principio comenzamos a ensayar en la universidad de INTEC porque allá estudiamos y nuestro profesor y maestro nos facilitó el espacio. Nosotros ensayábamos en una azotea y era la efervescencia de querer expresarnos y ser coherentes con eso y con un rigor porque siempre tuvimos claro que había que haber un rigor de calidad y que se reconociera un dominio del oficio teatral.

P: Un momento de crisis del teatro Guloya:

R: Todos los días, aquí todos los días hay una crisis, todos los días también hay una celebración porque siempre nos movemos en ese vértigo de estar enamorados de lo que hacemos, y festejarnos y gozarnos. Venir a hacer lo artístico y lo extra-artístico que es imprescindible. Ahorita hablábamos de la creación de públicos, creamos la obra de teatro y también creamos el público, las dos cosas van de la mano. Es extra-artístico pero sostiene el trabajo imaginativo y eso nos da muchas satisfacciones pero también nos llena de incertidumbre: cómo lo vamos a hacer, el tema de los recursos, el tema de los actores… de comprometer su cuerpo y su voz al servicio de un acto tan sagrado como es la escena. O sea aquí todos los días hay una escasez, una precariedad y una constricción que nos obliga a ser creativos para superarla.

P: En 25 años, ¿cuál ha sido el mayor aporte del Guloya al teatro dominicano?

R: Si ha habido un aporte es que hemos sido fieles a nuestros sueños. Esa es mi manera más honesta de responderte. Que hace 25 años soñamos hacer teatro de una manera, soñamos defender el oficio, renunciamos a muchas cosas y con mucha alegría y hemos sido fieles a ese sueño y lo hemos realizado, ese es nuestro principal aporte, ser coherentes como artistas a veces no tanto como personas pero bueno, y que esa coherencia artística sea un legado a los que vienen después.

P: ¿Cuál es el mayor reto que enfrentan los grupos de teatro independientes en la República Dominicana?

R: Son muchos pero yo pienso que el principal es el tema de la disponibilidad de espacio, para hacer oferta permanente y que los espectáculos puedan madurar. Es muy lastimoso como compañeros duran meses ensayando una propuesta rigurosa, creativa, seria y que lamentablemente por la falta de salas adecuadas esos espectáculos mueren. Cuando las obras de teatro comienzan a florecer, comienzan a compactarse, es en el proceso de presentaciones. En la función 75 es en donde la función logra realmente su estado de madurez y nuestros compañeros difícilmente llegan a la función 75 por esa precariedad de salas y en consecuencia tener un público adulto, un público que necesite el teatro para gozarlo, un público que vea en el teatro una manera de conocerse y de transformarse, eso es mucho más que una necesidad.

P: Una anécdota del Teatro Guloya que pueda contar:

R: Como siempre, mágicamente hemos contado con el respaldo espectadores en la sala. Porque la sala va a cumplir 10 años en enero. En términos de lograr empatía con el público uno vive buscando caminos y generar sin hacer concesiones estéticas un vínculo emotivo con los espectadores para que se sientan identificados con lo que suceda. Bueno en la obra “El 28” que está inspirada en “Mis 500 locos” de Antonio Zaglul ponemos una bomba, los actores ponen una bomba en el escenario como imagen final y la bomba buscamos unos aparatos que suenan y producen el olor de la pólvora y eso sonaba en el patio de una manera muy estruendosa y el público sentía porque de hecho era una bomba a nivel de sonido. Claro era una bomba que en términos espaciales no le hacía daño a nadie pero el sonido era muy poderoso y en una función un espectador salió corriendo cuando oyó porque lo sintió y además tenía la vivencia de la guerra de abril y conocía el sonido por referencias vivenciales el tema de las bombas y cuando él oyó y sintió el olor se olvido de la obra y salió corriendo y tuvimos que decirle que era una obra de teatro, y eso nos hizo junto con la queja de algunos vecinos, sustituir el efecto del estruendo por una grabación. Eso fue muy peculiar para nosotros.


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